18 feb 2011

Prejuicios -

Yo no soy quién para hablar mal de nadie, pero Osvaldo era un irrespetuoso, un tremendo hijo de puta, un ignorante, mentiroso. Un abable malcriado, un jodido inchapelotas, un estúpido, un tarado, un sorete mal cagado, drogadicto y  maricón. Osvaldo era un inoportuno, tan feo como la mierda, medio gil, medio boludo, inconstante, insolente, un corrupto malicioso, una bosta indecente, un creido fastidioso, un deficiente mental. Osvaldo era un vago perezoso, un injerto intolerable, un abusador, un flojo, imperfecto en todos lados, un ser tan desagradable, insoportable, tacaño, pasó a ser imperdonable, altanero, estafador. Menos mal que no lo conocí, agradezco nunca haberlo visto, ni haberme cruzado con el, ni haber oído hablar de el ni de su forma de ser. Yo sólo sé que Osvaldo era un arrogante, sucio, un inmoral, incurable, un rencoroso, indeseable, para nada razonable, un inexpresivo infame, irresponsable, indignante, indisiplinado, inepto, indiscreto incumplidor. ¿Y qué pasa si somos asi? Y capaz que no nos damos cuenta. No permitas que hablen mal de mí, aunque todos diferentes sean, sangramos igual-*

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